miércoles, 10 de junio de 2009












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A Lola y Coco, los bien educados y amables loros de Luisa Valenzuela que recién me están conociendo y todavía no me han insultado.
Los loros y la liebre

-Quiero plata, quiero plata, quiero plata.- Repetía la mujer del loro para mayor desesperación de su marido, cuyos negocios tampoco funcionaban. El loro miraba para otro lado haciendo como que no la escuchaba, aunque respecto a su lora tenía bien claro dos temas: primero, era cierto que necesitaba plata; segundo, por esa causa la neurosis la volvía lorotemática. Él algo tenía que hacer, como aquel emprendimiento audaz que venía pensando desde hacía mucho tiempo y que algunas noches no lo dejaba dormir. Una tarde se decidió y lo fue a ver al papagayo que pensaba instalar un casino ilegal con la colaboración de muchas aves.
-Yo sabía que ibas a venir volando bajito.- Fue la frase de bienvenida del papagayo. Y ahí no más convocaron a una reunión para hacer el gran negocio. Con un préstamo del cuervo, compraron los naipes de Black Jack y la ruleta con todas sus fichas. A la semana ya estaba todo listo para la inauguración. Un tordo trabajaría de crupier, una lechuza, en la caja; un bandada de teros, en la seguridad del establecimiento, que además tendría cámaras por todos lados, hábilmente manejadas por canarios expertos.
-Hagan juego señores, hagan juego señores, hagan juego señores.- Decía la lora entusiasmada con la idea de ganar dinero a raudales. El loro, que trataba de estar el menor tiempo posible en su casa, tendría a su cargo no sólo la caja fuerte del negocio, sino también, la publicidad y las relaciones públicas.
-No va más, no va más, no va más.- Aseguraba la lora donde estuviere y después de una pausa, cantaba:
-Rojo el siete, rojo el siete, rojo el siete.
El casino fue un éxito y la lora con el buche lleno se dedicó a gastar plata. Por otro lado, su marido estaba feliz, su cónyuge había cambiado de tema y había dejado de tomar Lorotol, remedio que le había recetado el ave del paraíso, psiquiatra. Pero la felicidad, la salud y el silencio de muchas aves sufrieron un golpe fatal. Unos ofidios envidiosos, que no vamos a nombrar porque traen mala suerte, denunciaron a las autoridades el garito clandestino y los alcatraces del gobierno allanaron el local con los mamíferos en pleno juego y detuvieron al conjunto de aves, además de cargar con todos los cuerpos del delito: ruleta, fichas, naipes, canarios y cámaras de seguridad rumbo a los tribunales.

-Negro el trece, negro el trece, negro el trece.- Repetía la lora en la celda y su marido se acordó del Lorotol, específico que mandó a comprar. También recordó el nombre y el número de la liebre que como abogada también era muy rápida. Ella fue quien los defendió en el juicio, pleito que al fin las aves ganaron porque la liebre pudo demostrar ante el juez búho que los imputados no eran nada más que actores que estaban trabajando en un film. Su carta de triunfo estuvo en las cámaras y en las películas que presentó como prueba. Para satisfacción del loro y de su socio el papagayo, el magistrado dictó que el mal entendido no afectaría el buen nombre y honor de los afectados, como también dictaminó devolver todas las pertenencias decorativas secuestradas. Para mayor satisfacción de la lora, también fue devuelto el dinero usado durante el rodaje.

Moraleja: ama a los animales, vende tu escopeta o estudia las leyes.













La llama llamativa

Ella era un camélido artístico o con algunos planes en ese sentido, porque de llamarse Rosa Glama pasó a llamarse Rose Marie Glamour de la Tour de Saint Jacques; lo que no deja de ser un trabajo que requiere del concurso del pensamiento y la virtud; del pensamiento en su faz ladina, de la virtud en su perfil de astucia. Evidentemente fue la primera llama que no quiso ser latinoamericana. Con cierto mérito para las tablas, cruzó el Atlántico y llegó a España para mentir. De entrada, le declaró al toro de la aduana que se sentía predestinada para trabajar como relacionadora pública en La Maestranza. Cumplió su sueño en la famosa plaza de toros por una temporada y cuando comenzó a vagabundear por Sevilla, la invitaron a que abandona el reino tratándola de sudaca. Luego, mintió en Italia diciéndole a un león romano que su verdadera ambición era trabajar a su lado en el circo. Y pasó por el león y por el circo. Después, siguió engañando en Atenas donde logró conquistar a un pura sangre de carrera que también había pasado a ser un corcel de carruaje con jornada completa. Al principio de la relación, el caballo griego creía en sus bellas palabras, pero pronto se dio cuenta de que la llama era como los doctores del FMI, veterinarios que te dan la receta a cambio de un pagaré, ya que sólo quería conseguir los beneficios del matrimonio luego de firmar los papeles. Debió haberse quedado callada y tranquila. No pasó mucho tiempo cuando viajó sola a Medio Oriente, donde engañó a un burro samaritano que la creyó asaltada y herida, aunque en realidad la llama le tendió una trampa para herirlo y asaltarlo. Como podemos ver, Rose Marie Glamour no vacilaba en practicar el arte de la maldad a la hora de conseguir algún dinero. Estaba en Arabia, muy bien hospedada en un Four Season, cuando conoció a un rico camello que la integró a su harén y la colmó de sedas, joyas, viajes, hijos y carteras. Una mañana que la llamativa se encontraba haciendo unas tramoyas financieras en un banco para girar dinero al exterior, fue llevada ante el gerente general que resultó ser su marido. A partir de ese momento ya no tuvo más ganas de mentir y fue así como perdió carteras, hijos, viajes, joyas y sedas. Tarde aprendió la desdichada que una llama le puede mentir a un toro, a un león, a un caballo y a un burro, pero jamás a un camello, simplemente porque éste siempre la estará observando desde arriba.

Moraleja: desconfía de los jorobados.









El mono y las moscas

En el bosque se podía decir en voz baja que el mono era progresista, pero afirmar esto en presencia del rey león, podía traer graves problemas. Por otro lado, el mono siempre actuaba en consecuencia y no perdía oportunidad para difundir sus ideas en la selva donde no todo era tan libre como se pregonaba. No vamos a revelar la fuente de dónde el mono y su familia había obtenido esa formación e información, sí podemos decir que entre todos los suyos fundaron un movimiento al que le pusieron MONADA (MOvimiento NAtural por los Derechos de los Animales). Esta asociación se expandió por todos los rincones y consiguieron muchos adherentes de las más variadas especies. Su planes de acción apuntaban a defender libertades desconocidas en el jungla, como aquellas ligadas a las libertades sexuales, a la defensa ecológica del hábitat (término que el león nunca quiso tragar) y a promover los derechos de todos los animales, que no son pocos, porque un animal no sólo tiene derecho a emigrar sino también, a inmigrar y a promover el multiculturalismo, palabra que a su melenuda majestad terminó sacando de quicio y mandó a secuestrar al líder primate, lector de Darwin, de Marx y de Freud.

La mano de obra desocupada se encargó del operativo captura cuando el líder de los monos estaba tomando su baño matutino. Los que hicieron el trabajo sucio de agarrar al mono, atarlo y esconderlo en una cueva que en la arena habían cavado los cocodrilos, fueron los hipopótamos, Quién iba a sospechar de los hipopótamos si nunca se meten con nadie. Menos mal que un rinoceronte pudo observar el hecho desde la ribera del río y se lo hizo notar a su pájaro mosquitero; ave que como todos sabemos siempre esta encima de todo rinoceronte por un acuerdo mutuo. El anfitrión le pidió a su huésped que hiciera un esfuerzo y que al menos por unas horas, en lugar de comerse las moscas que se acercaban a molestarlo, las pusiera al tanto de lo ocurrido para que volaran con la noticia hasta la familia de la víctima. Gracias a esta información el líder pudo ser rescatado a tiempo de las fauces de una cocodrila reaccionaria que ya estaba a punto de saborear el plato del día. Y desde ese día, los monos y las moscas se hicieron grandes amigos. A pesar de sus defectos, las moscas se sumaron a la organización y cada día son más progresistas.

Moraleja: por si las moscas, no aprendamos del león, aprendamos del mono que fuimos.

















La nutria y los nutrientes

La justicia social en la granja no se practicaba con demasiado entusiasmo. Al mismo tiempo que los canarios recibían un menú exquisito y delicado, los gazapos crecían descalcificados y raquíticos porque a las conejas ya las habían hecho plata. Mientras que a los caballos de carrera los revisaba un veterinario que manejaba una 4 x 4, a los charitos de los ñandúes los atendía una curandera que no tenía ni bicicleta. Estas diferencias injustas promovían los vicios de la violencia. Había serios problemas de conducta entre los potrillos y potrancas, cuyos padres sin linaje trabajaban todo el día. La parte educativa en el chiquero dejaba mucho que desear, ya que los marranos adolescentes habían pasado de los cigarrillos a la marihuana y de ésta al paco que los terminaba de destruir. Entre tanto desorden, un buen día apareció una nutria que se había casado con un visón de cuantiosa fortuna, lo que le permitió dedicarse a la tarea social. Lo primero que hizo la nutria fue estudiar nutrición y deportes en la universidad de las comadrejas. Ese mismo invierno, con la venta de todas las piles que había en su ropero, instaló un comedor escolar. Fue así como cada animal sin distinción de raza, credo o color, comenzó a tener su dosis diaria de proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y mineral que todo organismo requiere. No faltó la vizcacha envidiosa que practicó la calumnia diciendo que la nutria actuaba por arrepentimiento, ya que antes de casarse con el visón, había ejercido la profesión de coneja. No faltó el tapir que la denunció de hacer exhibiciones obscenas cuando ella se despojó de su propio abrigo de piel para seguir sosteniendo el comedor escolar. En contra de la trabajadora social se utilizaron todas las maldades que andaban sueltas por la granja. Los acusadores infames con la ayuda de los medios no pararon hasta que la nutria fue llevada a juicio, donde fue condenada por falta de recato y por no observar las buenas costumbres, por lo que fue condenada a volver a usar su tapado de piel aunque tuviera que ir a trabajar a un chiquero.

Moraleja: ante la gravedad de las injusticias sociales lo mejor es cambiar de piel.























El ñacurutú y la ñandú

Árboles como el ñandubay, arbustos como el ñapindá y aves como el ñacurutú se enamoran en primavera, La nñandu de esta historia se llamaba Ñapa y su enamorado, Ñato. Lástima que era el ñandú equivocado porque el Ñato no le daba ni la hora. La ñandú con su corazón hecho pedazos se dedicó a escribir poemas con la ayuda del ave, del arbusto y del árbol ya mencionados. Demás está decir que todo lo que escribía se lo dedicaba al fulano que estaba dedicado al comercio de plumas

Ñapa seguía escribiendo y no lo hacía mal, gracias a los temas que le sugería el ñandubay, que como muchos otros árboles también escribía; ambos se leían y se soportaban. El ñandubay le había entregado unas hojas con unas bellas leyendas. Una de ellas era la historia del ñapindá, que antes de ser un arbusto con espinas había sido, en su otra vida, un indio guaraní que murió de amor. El ñapindá se puso tan orgulloso que comenzó a florecer y a perfumar

El arte de Ñapa tenía un admirador y era Ñacu, un ñacurutú que coleccionaba leyendas trasmitidas oralmente. El ave nocturna, entre otras cosas, soñaba que en su otra vida había diso un indio tupí. Ñacu le entrego a Ñapa, ya convertida en dirigente vitalicia de ÑACATE (ñanduzas argentinas con alma, talento y escritura), un poema sobre los guaicurúes y los tupíes, para que puderia apreciar sus condiciones, acaso sin saber que las avestruces locales cuando se vuelven conocidas sólo se leen así mismas y no leen a nadie más:

CANTO DE LOS GUAICURÚES A LOS TUPÍES (*)

Carcajadas ayer soltaba un contento guaycurú,
ahora sueltas llantos convertido en urutaú.

En las hordas de machicuys competían los borrachos.
hoy compiten como avispas por las flores del lapacho.

Navegando los payaguáes llegaron al Iguazú,
caminando bajo tierra van formando un tacurú.

Guerrero fue el mocoví a orillas del Ipitá,
ahora es río Bermejo, y el mocoví, yarará.

En el reino de la noche los tupíes buscan luz,
hay uno que escribe en la selva oscura, es este ñacurutú.


(*) Junto con el escrito, el ñacurutú le entregó un glosario
para ponerla al día con todos los nombres propios y sustantivos aparecidos en el canto:
Guaycurúes, machicuys, payaguáes y tupíes, son etnias guaraníes con lenguas propias.
Urutaú, ave insectívora nocturna que durante la noche emite un sonido que recuerda a un llanto.
Iguazú, uno de los ríos afluentes del Paraná.
Tacurú, hormiguero de tierra dura construidos por la hormiga Camponotus punctulatus.
Ipitá, voz guaraní que significa agua colorada. El río Ipita o Bermejo, sirve de límite natural
entre las provincias argentinas de Chaco y Formosa.

La relación entre ñandú y ñacurutú se volvió familiar, pero no pasó de una amistad de plumas. Ñacu le presentó a toda su familia, entre la que había una ñacurutú vidente, a quien llamaban cariñosamente Ña Lechuza porque era famosa por sus gualichos. La ñandú con mayor razón sentimental le pidió turno para que la atendiera, ya que seguía enamorada del Ñato y no quería que el candidato a marido se le escapara. Entre ellas se entendieron a las mil escobas y no pasó mucho tiempo que el Ñato se presentó ante la curandera para curar un mal de amor que le estaba trayendo mucha yeta. La profesional se lo curó a tiempo y el remedio que le dio se llamaba Ñapa.

La pareja ha formado un hogar feliz y muy pronto va a aumentar. Los huevos que ella ha puesto los está incubando el Ñato, porque su esposa ha tomado la escritura muy en serio, además ha conseguido varios alumnos. Dicho sea de paso, Ñapa ya está publicando en la Revista Ñoño. ¡Ñácate!

Moraleja: la pluma de la poesía te cura sin hablarte del remedio.





























a Osvaldo Sánchez Salgado, deliciOSSO amigo
que he cosechado en la huerta de la amistad
que cultiva Luisa Valenzuela.
El oso hormiguero y los ornitorrincos

Soy un mono bastante ocupado, las cosas están difíciles y los hijos todo el tiempo están pidiendo algo; en ese algo la tecnología es casi todo. Además, ejercer la presidencia de MONADA (Movimiento Natural por los Derechos de los Animales) me lleva mucho tiempo y en la jungla las cosas están cada vez más difíciles. Nuestros socios todo el tiempo están reclamando algo; para eso estamos. No escribo todo esto para quejarme, al contrario, le quiero contar a toda la selva algo maravillOSO.

Hace un par de años atrás recibí un llamado de nuestro corresponsal en la provincia del Chaco, donde las cosas siempre han estado sumamente complicadas: sequías, incendios, corrupciones, pestes y otras calamidades y miserias. Un oso hormiguero requería de un urgente tratamiento médico, el pobre estaba famélico, llevaba un mes buscando alimento y no encontraba nada para comer. Daba la casualidad que ese día me llama un corresponsal desde Australia, que siempre tiene graves problemas con los canguros y sus derechos que día a día están siendo cercenados, pero no me llamaba para contarme lo que todos ya sabíamos, sino para pedirme un oso hormiguero. Su llamado me vino como anillo al dedo y gracias a la oportuna gestión de una buena embajadora australiana que era bichera, es decir, muy amiga de todos nosotros los bichos, esa semana nuestro socio chaqueño, ya bien atendido y recuperado, estaba viajando hacia Sidney.

Desde hace varios meses estamos recibiendo unos importantes depósitos en nuestra cuenta de la asociación. Cuando averigüé de dónde venía esa plata, supe que venía de Australia. Inmediatamente llamé a la señora embajadora para darle las gracias. Ella estuvo muy atenta, aunque me avisó que ni su gobierno ni su persona tenían algo que ver con esas contribuciones. Seguí averiguando porque era un deber agradecer esa ayuda económica, ya que en nuestra organización sale más plata de la que entra. Entonces me comuniqué con nuestro canguro y él me puso al día. El oso hormiguero ya no trabajaba más en el zoológico de Sidney, porque había pasado a ser un importante empresario de la industria minera local. Pedí más detalles y aunque prometí mantenerlos bajo reserva, el canguro no quiso contarme aquello que según él, debía contármelo el señor oso hormiguero, que también es muy generoso con la asociación australiana de canguros.

Esta semana recibí su correo y un nuevo depósito. El oso hormiguero está trabajando con los ornitorrincos, a quienes les ha enseñado a buscar y a extraer oro en los ríos y en los lagos de Australia, Tasmania y alrededores.

Moraleja: donde unos ven basura otros ven riqueza.
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